Bozu es el nombre que se les da a los aprendices de monjes. Tienen su rutina como la de cualquier otro. Como tú, trabajan, estudian, hacen sus quehaceres. Y lo más importante: oran leyendo los sutras. Al comienzo, entran animados y encuentran todo maravilloso. El tiempo pasa y algunos comienzan a demonstrar su verdadero Yo. Digo, en este caso, de aquellos que no comprendieron el verdadero camino de los sutras. Entonces comienzan a inventar disculpas como llegar atrasado y no hacer las cosas bien hechas. Es el comienzo. Después pasan a hacer cosas peores. El maestro, dándose cuenta de la mala hierba que empieza a instalarse en el monje aprendiz le pregunta: - Pequeño gorrión, porque no leíste los sutras? El ya pseudo monje (a esta altura del campeonato) tiene una respuesta en la punta de la lengua: - Do ga yugande kyo ga yomenu En Japón, los templos se hacían de madera y, con el pasar de los años el suelo cedía y quedaba un poco chueco. Somos obligados a oír disculpas tontas como estas de aquellos que nunca hacen derecho las cosas y hasta encuentran tiempo para hacer las cosas equivocadas. Es el medio. Quién ya no tuvo la empleada que siempre tiene una disculpar para no hacer la limpieza de la manera que le mandamos. Y aquél empleado con “cara de mosca muerta” que se hace de flojo durante el trabajo. O aquél que viene todos los lunes siempre con alguna disculpa para su atraso. Bien, mas la historia no para ahí. Se llega a un punto que no hay como esconderlo. El pseudo monje ya no tiene más arreglo. Tiene que salir. Se transformó en un hereje. Sale o se le invita a salir. Al salir, intenta probar que hada hizo de malo. Culpa del maestro, el templo, el Sutra y, si no tiene lo que culpar, inventa. Y, en un acceso de locura y rabia, blasfema: - ¡Tsui, kyo wo yaburu! (¡por fin rajo el Sutra) Y raja el Sutra. Es el final. Moral de la historia: haz las cosas derecho para no rebajarse a lo despreciable, “escupir en el plato que comiste”. Oremos por estas almas. Gasho. Manos en prez… "Do ga yugande Kyo ga yomenu Tsui, Kyo wo yaburu!"
Bozu es el nombre que se les da a los aprendices de monjes.
Tienen su rutina como la de cualquier otro. Como tú, trabajan, estudian, hacen sus quehaceres. Y lo más importante: oran leyendo los sutras.
Al comienzo, entran animados y encuentran todo maravilloso.
El tiempo pasa y algunos comienzan a demonstrar su verdadero Yo. Digo, en este caso, de aquellos que no comprendieron el verdadero camino de los sutras.
Entonces comienzan a inventar disculpas como llegar atrasado y no hacer las cosas bien hechas.
Es el comienzo.
Después pasan a hacer cosas peores.
El maestro, dándose cuenta de la mala hierba que empieza a instalarse en el monje aprendiz le pregunta:
- Pequeño gorrión, porque no leíste los sutras?
El ya pseudo monje (a esta altura del campeonato) tiene una respuesta en la punta de la lengua:
- Do ga yugande kyo ga yomenu
En Japón, los templos se hacían de madera y, con el pasar de los años el suelo cedía y quedaba un poco chueco.
Somos obligados a oír disculpas tontas como estas de aquellos que nunca hacen derecho las cosas y hasta encuentran tiempo para hacer las cosas equivocadas.
Es el medio.
Quién ya no tuvo la empleada que siempre tiene una disculpar para no hacer la limpieza de la manera que le mandamos. Y aquél empleado con “cara de mosca muerta” que se hace de flojo durante el trabajo. O aquél que viene todos los lunes siempre con alguna disculpa para su atraso.
Bien, mas la historia no para ahí.
Se llega a un punto que no hay como esconderlo. El pseudo monje ya no tiene más arreglo. Tiene que salir. Se transformó en un hereje.
Sale o se le invita a salir.
Al salir, intenta probar que hada hizo de malo. Culpa del maestro, el templo, el Sutra y, si no tiene lo que culpar, inventa.
Y, en un acceso de locura y rabia, blasfema:
- ¡Tsui, kyo wo yaburu!
(¡por fin rajo el Sutra)
Y raja el Sutra.
Es el final.
Moral de la historia: haz las cosas derecho para no rebajarse a lo despreciable, “escupir en el plato que comiste”.
Oremos por estas almas.
Gasho. Manos en prez…
"Do ga yugande Kyo ga yomenu
Tsui, Kyo wo yaburu!"
Pasado el periodo de fiestas (“farra” para algunos), estamos acá. ¡Okagesama” (#) Y entonces nos hacemos la pregunta: - Qué voy a hacer este año… - Lo importante es renovar nuestros conceptos, diré yo. Voy a darte un ejemplo: En una era en que todos corren por empleo desesperadamente, hacer otras actividades que no están relacionadas directamente a sus áreas se pone superfluo, o mejor, parafraseando, “secundario”. O aún, lo “menos importante”. De hecho, la mayoría piensa que si dispone de 2 horas para rellenarlas con alguna actividad, mejor hacer un curso de inglés, computación, etc., y por ahí sigue el montón de “necesidades”. Quizás en un gimnasio para ejercitarse, pues mantener el cuerpo bello y saludable también es ventajoso, ya lo decían los gurús hace diez años en el mundo corporativo. O algo para relajarse, porque sacarse el estrés también es importante. Sin embargo, la mayoría, en medio a la prisa cotidiana, jamás piensa en ponerse samurái. - En medio a la prisa cotidiana, entrar en un “templo” para ponerse samurái es una gran idiotez o, como mínimo, insano. Debes estar chiflándote. Anda a estudiar, te dirá tu amigo, o tu novia o un pariente querido. Pensándolo bien, puede ser. Lee el relato de un alumno que entró en nuestro “templo” y colocó el Niten en su currículo:
“En estas últimas semanas oímos de Sensei sobre algunas personas en nuestras vidas que intentan alejarnos del camino, aún sin intención. Padres, hermanos, amigos, que siempre dicen: ‘¡¿para qué esto?! Niten no va a llevarte a ningún lugar…’ Esta semana logré una entrevista de empleo. Sin embargo, al llegar al lugar, me di cuenta que no era el único buscando un puesto. Admito que me decepcioné al saber que algunos concurrentes poseían dos o más lenguas en su currículo y yo, que tengo apenas el inglés básico. Otros tenían diplomas de computación y yo apenas buscaba el primer empleo. Estaba entre 10 concurrentes y me veía solito. Pero, no perdí las esperanzas. Poco a poco nos fueron llamando y, cada uno de los que salía de la pequeña sala, sonreía. Yo fui el quinto. Conversamos durante media hora más y el resultado parecía negativo, pero, me preguntaron si practicaba algún deporte. Cité el nombre del Instituto Niten y comenté también sobre el Bushido. La entrevista se puso más interesante cuando mostré el Shin Hagakure que lo llevo siempre conmigo. Empecé a explicar más sobre la disciplina que nuestro Sensei nos enseña. Muy bien, conversamos por más de una hora sobre el asunto y, por fin, fui contratado, sin darle chances a los demás concurrentes. Esa fue mi primera “Guerra” vencida. En una semana, mi jefe me dijo que fue una buena escoja. Y pretendo que cada vez más tenga consciencia de esto, pues llevo el nombre de Niten conmigo. Todos deberían pensar de la misma forma. Pues esto es Bushido. Para aquellos que aún piensan que ser un Samurái no nos lleva a nada, reevalúen sus conceptos…” G.H. Santos (alumno Unidad Faria Lima)Pensándolo bien, es mejor no pensar. Porque al pensar, lo que puede parecer insano puede ser, en realidad, la cura… ¡Renueva!!
Pasado el periodo de fiestas (“farra” para algunos), estamos acá.
¡Okagesama” (#)
Y entonces nos hacemos la pregunta:
- Qué voy a hacer este año…
- Lo importante es renovar nuestros conceptos, diré yo.
Voy a darte un ejemplo:
En una era en que todos corren por empleo desesperadamente, hacer otras actividades que no están relacionadas directamente a sus áreas se pone superfluo, o mejor, parafraseando, “secundario”. O aún, lo “menos importante”.
De hecho, la mayoría piensa que si dispone de 2 horas para rellenarlas con alguna actividad, mejor hacer un curso de inglés, computación, etc., y por ahí sigue el montón de “necesidades”.
Quizás en un gimnasio para ejercitarse, pues mantener el cuerpo bello y saludable también es ventajoso, ya lo decían los gurús hace diez años en el mundo corporativo. O algo para relajarse, porque sacarse el estrés también es importante.
Sin embargo, la mayoría, en medio a la prisa cotidiana, jamás piensa en ponerse samurái.
- En medio a la prisa cotidiana, entrar en un “templo” para ponerse samurái es una gran idiotez o, como mínimo, insano. Debes estar chiflándote. Anda a estudiar, te dirá tu amigo, o tu novia o un pariente querido.
Pensándolo bien, puede ser.
Lee el relato de un alumno que entró en nuestro “templo” y colocó el Niten en su currículo:
“En estas últimas semanas oímos de Sensei sobre algunas personas en nuestras vidas que intentan alejarnos del camino, aún sin intención. Padres, hermanos, amigos, que siempre dicen: ‘¡¿para qué esto?! Niten no va a llevarte a ningún lugar…’
Esta semana logré una entrevista de empleo. Sin embargo, al llegar al lugar, me di cuenta que no era el único buscando un puesto. Admito que me decepcioné al saber que algunos concurrentes poseían dos o más lenguas en su currículo y yo, que tengo apenas el inglés básico. Otros tenían diplomas de computación y yo apenas buscaba el primer empleo. Estaba entre 10 concurrentes y me veía solito. Pero, no perdí las esperanzas.
Poco a poco nos fueron llamando y, cada uno de los que salía de la pequeña sala, sonreía. Yo fui el quinto. Conversamos durante media hora más y el resultado parecía negativo, pero, me preguntaron si practicaba algún deporte.
Cité el nombre del Instituto Niten y comenté también sobre el Bushido. La entrevista se puso más interesante cuando mostré el Shin Hagakure que lo llevo siempre conmigo. Empecé a explicar más sobre la disciplina que nuestro Sensei nos enseña. Muy bien, conversamos por más de una hora sobre el asunto y, por fin, fui contratado, sin darle chances a los demás concurrentes. Esa fue mi primera “Guerra” vencida.
En una semana, mi jefe me dijo que fue una buena escoja. Y pretendo que cada vez más tenga consciencia de esto, pues llevo el nombre de Niten conmigo. Todos deberían pensar de la misma forma. Pues esto es Bushido.
Para aquellos que aún piensan que ser un Samurái no nos lleva a nada, reevalúen sus conceptos…”
G.H. Santos (alumno Unidad Faria Lima)