Algunos días se nos quedan para siempre en nuestras vidas.
El primer día en la escuela,
bien como el último;
el primer beso,
bien como el primer fuera;
la primera vez...;
la aprobación en la universidad;
el primer empleo;
bien como la primera dispensa;
el primer hijo y, por ahí sigue.
Hoy, vivo este día.
Ver su alteza o conocerlo son situaciones casi imaginables para un japonés. Por esto, para mí, japonés y descendiente de la tierra de Yamato, es un día muy especial. Un día, vamos a decir “sagrado”, aquí en el Palacio del Planalto.
¿Conocer Kotaishidenka* personalmente y ser homenajeado delante de Él, por la mayor autoridad de este país? Solo puede ser cosa de los dioses. En la condición de un humilde súbdito, yo diría:
- ¡Solo puede ser un sueño!
Es cosa del más allá.
Es cosa del Niten.
Arigato a todos los dioses, semidioses
y mortales.
*kotaishidenka = Prícipe Naruhito, heredero del trono japonés