Cuando manejaba por sobre un puente en la marginal, vi un mendigo muerto debajo de una lluvia torrencial, en medio al frío del invierno. En aquél momento, creí que todos los hombres deberían ser samuráis, al menos por el amor de sus madres. Esto está escrito en la página 105 del Shin Hagakure. Madre es madre. Para siempre.